Señores pasajeros, el piloto ha encendido la señal de abrocharse el cinturón de seguridad, debido a que estamos acercándonos a una zona de turbulencia. Esta es una de las muchas que tendremos que atravesar durante la vida, quiero decir, durante el viaje.

No se asusten, no tengan miedo, toménlo con calma, relájense. 

Mientras tanto, por su seguridad vamos a recordar los aprendizajes de la primera lección ¿Qué es eso de reinventar personas? (Parte I):

  1. La persona no cambia, hasta que por decisión propia ella decide cambiar.
  2. ¿Qué puedo asegurar que funciona?
    1. Escuchar su voz interior, seguir lo que su corazón les dice.
    2. No esperar a entrar en crisis para empezar a pensar en Reinventar personas.
    3. En los tiempos actuales, es importante Reinventar personas.
  3. ¿Qué puedo asegurar que no funciona?
    1. Ir en la vida en piloto automático. Eso solo funciona para los aviones, para los automóviles autónomos y para los robots. No para las personas de carne y hueso.

El capitán del avión ha ordenado que en estos momentos queda prohibido permanecer de pie, ir al baño, o levantarse para sacar objetos de los espacios superiores de sus asientos. Favor ajústense sus cinturones de seguridad, que vamos a entrar a la zona de turbulencia.

Segunda lección que aprendí: la mente,  puede ser mi mejor aliada o mi peor enemiga

Muchas veces nos referimos a lo molesto que es tener un zancudo rondando por el oído cuando queremos dormir. No sé qué tienen o hacen dichos insectos, que cuando al final hacen que uno tenga levantarse de la cama, cual Houdini desaparecen como por acto de magia.

La ventaja es que contamos con varias herramientas para eliminarlos: un manotazo, aerosoles, matamoscas y actualmente, la innovadora raqueta eléctrica -la cual, además de ser muy práctica,  me genera placer escuchar cuando se electrocutan los infames zancudos-. En resumen, de una u otra forma los eliminamos.

Ahora viene la turbulencia: ¿acaso no les ha pasado, que tienen un pensamiento que no logran quitarse de la cabeza? ¿no les ha pasado que tienen un pensamiento que los ha acompañado durante años?

¿No es peor eso, que un pobre zancudo que nos hace la vida complicada durante máximo 1 noche?  ¿No es acaso más complicado eliminar esos pensamientos que un zancudo?

¿Como eliminar esos pensamientos recurrentes?

Durante mi reinvención, tuve que afrontar esta verdad personal. No era uno, sino varios pensamientos que habían estado martillando mi cabeza durante años, sin poder eliminarlos. Y no vienen solos, por lo general vienen acompañados de pesimismo. 

Y lo peor es que yo mismo alimentaba a mi mente, yo solito me complicaba la vida, yo solito pintaba un panorama turbulento. 

No sabía cómo calmar la mente, iba cayendo en una espiral negativa, cada vez con escenarios más pesimistas, con lo peor que podía suceder. Los episodios de Walking Dead eran un jardín de párvulos, en comparación a los escenarios que mi mente creaba (en más de alguna ocasión me han dicho que soy un exagerado).

La solución la empecé a visualizar en el taller al que asistí. Al terminar cada sesión, salía con nuevos aprendizajes que me confirmaban que no había estado caminando la mejor ruta. 

Estoy cayendo en cuenta, el motivo por el cual las personas dicen que los que se “atreven” a recibir coaching son valientes. En más de una ocasión le dije a mi coach que al terminar cada sesión, me sentía como que si me hubieran agarrado a bofetadas. Enfrentarme a mí mismo, no me fue fácil, al menos no lo fue al inicio. El darme cuenta de mis miedos, patrones de conducta, creencias, etc. fue como aquel chiste del ladrón en el convento: “sor……..presa”.

Al terminar las sesiones del taller, tomé una de las mejores decisiones de mi vida. Sin que nadie tuviera que insistir, solito yo tomé la decisión, me dirigí hacia la persona que dio el taller y le dije: vos, necesito me hagas coaching.

Después de que se recuperó del desmayo provocado por la sorpresa, es broma por supuesto, la persona me dijo: perfecto, démosle. Verás que como vas a cambiar para bien.

Esta decisión fue tomada justo a tiempo (insisto, nada es casualidad. Todo tiene una razón de ser y todo pasa en el momento justo, ni antes, ni después). La hubiera tomado meses después, me hubiera costado muchísimo más el cambio. Sucedieron cosas previsibles, pero sumamente complicadas personalmente hablando. 

Debo de confesar que el coaching, pero principalmente mis ganas de cambiar, generó cambios positivos en mí. Aunque por supuesto, sigo con características negativas que traía antes. El cambio es un proceso, me han recalcado.

Estoy logrando controlar mis pensamientos,ahora mi mente es más aliada, que enemiga.

Aprendizajes de la segunda lección:

¿Qué puedo asegurar que funciona?

  1. Controlar la mente por medio de: Meditación, religión, espiritualidad, respiración y coaching.
  2. Entender que las personas somos energía y por lo tanto vibramos. Que el miedo es vibrar bajo y la felicidad es vibrar alto. (Cuando digo que toqué fondo, es porque llegue al estado máximo de miedo. Estaba vibrando lo más bajo posible).
  3. Leer, escuchar audios, ver videos, asistir a conferencias relacionadas al tema.
  4. Ya lo había mencionado en la primera lección, aquí se enfatiza: No esperar a entrar en crisis para empezar a pensar en Reinventar personas.

¿Qué puedo asegurar que no funciona?

  1. Tomar la actitud del avestruz, ocultar la cabeza para pensar que nada pasa.
  2. No estar abierto a nuevos aprendizajes, opiniones, puntos de vista.
  3. Vivir con miedo. 

Señores pasajeros, les habla su capitán: “Ya hemos salido de la zona de turbulencia, pueden desabrocharse los cinturones, aunque por seguridad, sugerimos los mantengan abrochados. Quien necesite ya puede ir al baño, esperando que no sea muy tarde. Si lo requieren, pueden sacar ropa de su maleta de mano para cambiarse.

Después del susto, pueden solicitar a las asistentes de vuelo, la bebida que quieran tomar. (recuerden no vamos en una línea aérea de bajo costo)

Disfruten del vuelo, seguimos aproximándonos a nuestro destino. 

Ir a Parte I                                                                                                                                               Ir a Parte III