Hace unos días compartí un post con el título: Los costos de pensar fuera de la caja. En el cual, entre otras cosas, expresé cierta frustración por mi percepción (no significa que sea verdad), de que en Guatemala tenemos todo para ser un gran país. Pero no logramos despegar, no logramos generar una visión de país, no logramos eliminar creencias que nos hacen tanto daño, no logramos ponernos de acuerdo que país queremos ser, no logramos ser solidarios, no logramos resolver problemas que tienen años de estar afectándonos, no logramos empezar a dejar de ser un país tercermundista subdesarrollado.
Mi madre me decía: mijo no seas necio, deja las cosas como están, no sea que te vayan a matar (creo que era miedo por los años de guerra interna en el país). Ella era una de las que me decía: ¿Pero que ·%()%&)) estás pensando Carmelo?
Recién acabo de asistir a una conferencia del gurú guatemalteco Sergio Méndez, al cual ojalá más personas escucháramos y siguiéramos sus enseñanzas, indicando que Dubái tiene un plan de país 2071. Lo cual aumentó mi frustración y al mismo tiempo, me motivó a compartir mis reflexiones al respecto de los riesgos de pensar fuera de la caja.
Por supuesto que salirse del guacal (forma coloquial de decir pensar fuera de la caja), tiene riesgos, altos, medios, bajos. A estas alturas del camino de la vida, en donde estoy más allá que acá, considero puedo hacer un compendio de los mismos.
Confieso que hay 2 cosas que no van conmigo: El hubiera y el qué dirán de mí los demás. Hubiera dicho, hubiera llamado, hubiera hecho, hubiera viajado, hubiera vivido, etc. Si les pusiera atención, estoy seguro no habría ganado, no habría perdido, no habría aprendido, no me habría enamorado, no habría conocido personas, no me habría equivocado, no habría fracasado, etc.
¿Qué riesgos he afrontado? Dejar de tener ingresos monetarios, miedos, limitar gastos, emprendimientos que no cuajan, llegar a dudar de mi mismo, personas que por yo cuestionar el status quo no se sientan cómodas conmigo, o que me metan un balazo como me decía mi madre, por mencionar algunos de los muchos que he tenido a lo largo de mi vida.
¿Me arrepiento? No, en lo absoluto, para nada. Aprendí, ya avanzado en la vida, que los riesgos son parte del recorrido, existen para que las personas podamos formar nuestro carácter, nuestra personalidad. Hay que minimizarlos, mitigarlos, pero no se pueden eliminar. Muchas veces evitarlos esta fuera de nuestras manos, de nuestro alcance.
Hay que dar lo mejor de uno, hay que esforzarse, pero hay que reconocer hasta donde insistir y después dejar fluir. Aprendí que todo pasa por algo, nada pasa por casualidad, nada pasa ni antes, ni después. Todo pasa en el momento justo. No hay que forzar las cosas. Tuve que aprender, y me costó muchísimo, aprender a reconocer cuándo decir: hasta aquí, ya no más.
Cuando quiero dejar de pensar, me pongo a ver televisión, viendo un reality show musical, hubo una canción que cuando la escuché, me dije a mi mismo: mi mismo esa persona de la que habla la canción soy yo. Recorte el video y dejé la parte con la que me identifico. Les comparto el link.
PDTA: imposible llevar la cuenta de las veces que me han dicho loco, no seas tonto, deja de soñar. Pero igual de imposible es llevar la cuenta cuando me respondo a mi mismo: lo hiciste realidad. Hay que atreverse a pensar fuera de la caja, creo que es parte de la solución de dejar de estar en donde estamos.