Hoy las compañías tienen una alta dependencia en sus sistemas de información para procesar no solo la información histórica, que ahora tiene un asiento trasero, sino también la información pertinente a cada transacción, cada actividad que se desarrolla en la compañía. Es más, en muy buena parte de ellas, sin sistema, no opera la compañía.

Esta necesidad genera unos requerimientos hacia el área responsable por las tecnologías de información y comunicaciones de tal manera que garanticen esta disponibilidad, más allá de que los sistemas estén accesibles.

Hacer esto, en muchos de nuestros talleres, lo han manifestado los asistentes como que “nuestra compañía quiere que hagamos magia”, o “que tengamos una bola de cristal para adivinar el futuro”. A lo que nosotros proponemos más bien una serie de actividades y decisiones que permitan precisamente trabajar con esta bola de cristal, por más nublada que esté.

El departamento de TI o quien haga sus veces, tiene como primera responsabilidad proveer acceso a la información y a la capacidad de cómputo a los usuarios cuando la necesiten y desde donde la necesiten. Es más, esto es lo que la compañía ya espera, sin «disculpas», como servicio mínimo.

Esto puede sonar simple, pero con el avance de la movilidad, la conectividad fuera de las cuatro paredes de la empresa, temores por pérdida de información, temas de confidencialidad y otra suerte de variables, se hace cada vez más complejo.

Implica no solo la construcción de sistemas de alta disponibilidad para poder atender a los usuarios cuando lo necesiten (no cuando haya disponibilidad del sistema), sino también esquemas de conectividad confiables, seguros, y suficientemente rápidos para permitirles a los usuarios efectuar sus tareas de manera productiva.

Una estrategia que ha probado ser bastante útil en este propósito es apalancarse en proveedores de servicios, tanto de conectividad como de plataforma tecnológica, que, por su curso de negocio, tienen mejores posibilidades de ofrecer una continuidad garantizada que la que se podría establecer al interior de cada compañía.

No es en vano la migración de centros de cómputos empresariales a proveedores de procesamiento y almacenamiento, e inclusive a nubes tanto públicas como privadas o una mezcla de ellas.

La segunda responsabilidad que podemos asignar al departamento de TI es la de garantizar flexibilidad y agilidad en su oferta, esto quiere decir: poder responder a nuevos requerimientos del negocio que son altamente impredecibles. Es aquí donde entra a jugar la “bola de cristal”.

• ¿Cómo me adelanto a lo que los usuarios o el negocio necesitan?

• ¿Quién me garantiza que tendré el tiempo suficiente para poder incorporar estos requerimientos y entregar las soluciones respectivas?

Debe quedar claro que esto ya no es por falta de previsión de los usuarios, sino por la velocidad con la que se mueven los negocios hoy. Esta velocidad reduce cada vez más las ventanas de oportunidad sobre las cuales puede reaccionar TI, por lo que debe pulir muy bien la “bola de cristal” y tratar de adelantarse a lo que el usuario pudiera requerir.

Este no es un proceso fácil, pero tampoco imposible, si se construye una arquitectura basada en estándares, y si además se hace conciencia de las diferentes responsabilidades dentro de la organización. TI es responsable por garantizar la disponibilidad y el acceso a la plataforma, y el usuario o el área de negocio es responsable por explotar la misma dentro de sus posibilidades para ejecutar los procesos del negocio.

Esto requiere que las aplicaciones estén diseñadas con un alto grado de parametrización con los suficientes grados de libertad para que el usuario pueda actuar, bien sea respondiendo a requerimientos de mercado, o imponiendo sus propias tendencias, sin tener que recurrir al departamento de TI.

Por último, es imperante que la compañía pueda incorporar nuevas tecnologías en forma inmediata. Es necesario poner en pie un verdadero proceso de investigación e innovación, que tome no solo en cuenta las nuevas tecnologías y su madurez, sino su aplicabilidad a los procesos del negocio para determinar si vale la pena estudiarlas o no.

Ya pasamos de implementar ERP’s o CRM’s a establecer una plataforma tecnológica que le permita al negocio alta disponibilidad y poderse adaptar a cambios en el negocio y en la tecnología en forma inmediata. Ahora es necesario avanzar hacia sistemas de toma de decisiones y automatización de procesos que permitan el tránsito hacia las empresas digitales.

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Por José Camilo Daccach T.

www.deltaasesores.com