Señores pasajeros, nuevamente les habla su Capitán. 

Estamos sobrevolando nuestro primer destino, la torre de control nos indicará cuando podamos iniciar el aterrizaje. Favor revisen que llenaron correctamente las boletas de migración, tengan su pasaporte a la mano. 

Antes del aterrizaje, recordemos los aprendizajes de la tercera lección: 

¿Qué puedo asegurar que funciona?

  1. Volverse consciente. (Consciente con S, no conciente)
  2.  Reconocer nuestros miedos y EGO
  3. Atreverse a enfrentarse a uno mismo y cuestionarse
  4. Atreverse a cambiar.

¿Qué puedo asegurar que no funciona?

  1. No darse cuenta que se vive con miedo y EGO
  2. Reaccionar en lugar de responder (en esto tengo que trabajar)
  3. Vivir en la inconsciencia
  4. No retar el status quo, para no provocar “el qué dirán” o sea: mantener y alimentar el EGO, por puro MIEDO a cambiar.

Cuarta lección que aprendí: Todo pasa por algo. Nada pasa ni antes, ni después.

Durante mucho tiempo me estuve haciendo la siguiente pregunta: ¿Por qué Dios me ha permitido seguir vivo, habiendo sufrido 4 graves accidentes? (casi me ahogo buceando, me embarranque en automóvil -iba de pasajero-, chocar de frente con un autobús -yo iba manejando-, estar a menos de 24 horas de morir por una peritonitis).

Hay un dicho popular que dice: “si te toca, aunque te quites; si no te toca, aunque te pongas”.

Viví muchos años creyéndome ser un Juan Camaney (el personaje de las películas mexicanas que cuando se presentaba decía: Soy Juan Camaney, bailo tango, masco chicle, pego duro, tengo viejas a montón tururú).

Hasta que hace pocos años, Dios me dio el catalizador del cambio. A partir de ahí todo fue efecto dominó, las piezas caían una detrás de otra. Estaba cual babosa que le echan sal, retorciéndome. (Babosa: Molusco terrestre de forma alargada, similar a un caracol, pero sin valva, o de valva rudimentaria; está provisto de un pie carnoso mediante el cual se arrastra y segrega una abundante baba pegajosa al desplazarse). 

Mi coach estaba conmigo cual Regan Mcneil y los sacerdotes Lankester Merrinel y Damien Karras de la película El Exorcista, the power of Christ compels you (creo que si soy un exagerado).

Señores pasajeros, les habla su Capitán. La torre de control nos ha autorizado aterrizar. Por favor abróchense sus cinturones, ponga la mesa en posición vertical, apaguen sus dispositivos electrónicos, no está permitido ir al baño.

Aún en mi incapacidad de entender, le preguntaba a mi coach: ¿vos pero por qué me viene a pasar esto a esta edad? ¿No estoy ya grandecito? Su respuesta fue: Carmelo, dale gracias a Dios que te diste cuenta y tomaste la decisión de cambiar. Estás apenas empezando, con errores y aciertos, pero ahí vas. La edad no importa, hay personas que pasan por la vida, se mueren y ni cuenta se dieron que tenían que cambiar. Esta respuesta, me hizo entender y aceptar.

Un término que aprendí fue el de: Maestro/Maestra. En la vida Dios va poniendo Maestros enfrente de uno. Si se está listo y preparado, se aprende de ellos; si no, se sigue en el proceso hasta que uno aprende.

Cuando empecé a tener un poquito de consciencia, entendí lo profundo de este término. Comprendí que en mi vida habían aparecido Maestros y yo no había aprendido, por eso me seguían pasando cosas.

Fue muy revelador para mí, darme cuenta, pero principalmente entender que: Todo pasa en su momento, ni antes, ni después.

¿Por qué empecé este proceso a la edad en que lo empecé? Pues porque ese era el momento, no era ni antes, ni era después. No era algo que Juan Camaney decidía, sino Dios.

He compartido lo que he vivido no para que me tengan compasión, no para que me digan que bruto, no para que me digan que pilas. Sino para que, así como mi coach me hizo despertar, este relato sea el detonador para el despertar de alguien. De todas formas, nadie cambia hasta que por decisión propia quiere cambiar. – ¿recuerdan la Parte I? –

Si yo pude empezar el cambio, siendo como era, estoy seguro de que el que se lo propone lo logra. ¿Que sí ya cambié? No totalmente, el cambio es un proceso. Voy con mejoras contínuas. Sigo cometiendo errores, sigo teniendo aciertos. Un Maestro recientemente me dijo: «Carmelo, ¿te diste cuenta de que cometiste un error? Sí, respondí, me di cuenta. Muy bien, eso significa que ya tenes consciencia de lo que no se debe hacer. Antes el problema era que ni cuenta te dabas de que estabas equivocándote».

Espero que no me pase como mi madre frecuentemente decía: Mijo, genio y figura hasta la sepultura. (Estoy igual que Ángel de la serie Rosario Tijeras) 

Pero bueno, ahí dejémoslo que el Capitán nos va a hablar.

Señores pasajeros, bienvenidos a su destino inicial. Hemos llegado puntualmente, -ni antes, ni después- La hora local es: 21:05. Por favor mantengan los cinturones abrochados, esperen a que el avión esté totalmente detenido para levantarse de sus asientos. -Creo que eso lo dice en ruso, porque nadie le hace caso, yo igual no puedo levantarme porque tengo las piernas flojas por el miedo del aterrizaje. Al menos nadie aplaudió al momento del aterrizaje-.

Gracias por volar con nosotros. Si no tiene el número de puerta para la conexión hacia Reimaginar empresas, por favor pregúnteles a nuestras asistentes de vuelo.

En esta ocasión no pondré mis aprendizajes de la cuarta lección, en lugar de ello comparto las palabras del autor Bert Hellinger, quien mucho mejor que yo, resume la experiencia de Reinvertarme. Espero llegar, o al menos acercarme, a la meta que el indica.

  • La vida te desilusiona para que dejes de vivir de ilusiones y veas la realidad.
  • La vida te destruye todo lo superfluo, hasta que queda sólo lo importante.
  • La vida no te deja en paz, para que dejes de pelearte, y aceptes todo lo que ES.
  • La vida te retira lo que tienes, hasta que dejas de quejarte y agradeces.
  • La vida te envía personas conflictivas para que sanes y dejes de reflejar afuera lo que tienes adentro.
  • La vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que te decides a aprender la lección.
  • La vida te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de querer controlar y fluyes como río.
  • La vida te pone enemigos en el camino, hasta que dejas de “reaccionar”.
  • La vida te asusta y sobresalta todas las veces que sean necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobras tu fe. 
  • La vida te quita el amor verdadero, no te lo concede hasta que dejas de intentar comprarlo con baratijas.
  • La vida se ríe de ti tantas veces, hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y te ríes de ti mismo.
  • La vida te rompe y te quiebra en tantas partes como sean necesarias para que por allí penetre la luz.
  • La vida te enfrenta con rebeldes, hasta que dejas de tratar de controlar.
  • La vida te repite el mismo mensaje, incluso con gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas.
  • La vida te envía rayos y tormentas, para que despiertes.
  • La vida te humilla y derrota una y otra vez hasta que decides dejar morir tu EGO.
  • La vida te niega los bienes y la grandeza hasta que dejas de querer bienes y grandeza y comienzas a servir.
  • La vida te corta las alas y te poda las raíces, hasta que no las necesitas, sino solo desaparecer de las formas y volar desde el Ser.
  • La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro.
  • La vida te acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir.
  • La vida te ridiculiza hasta que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así te conviertes en todo.
  • La vida no te da lo que tú quieres, sino lo que necesitas para evolucionar.
  • La vida te lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y agradeces respirar.
  • La vida te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta que sales a buscarlos.
  • La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en todo.
  • La vida te acorta, te poda, te quita, te rompe, te desilusiona, te agrieta, te rompe … hasta que sólo en ti queda AMOR.

Los esperamos para la siguiente parte del viaje: Reimaginar empresas.

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