El agradecimiento que este niño está haciendo por los alimentos que va a recibir, me impresionó. Ojos cerrados, manos entrelazadas, concentrado dando las gracias, rezando con devoción digna de imitar. Una sopa instantánea, que no sé cómo la pudo calentar o si esta fría, una tortilla y pedazos de carne son motivo de profundo agradecimiento para él.
Verlo disfrutar sentado en la calle, me hizo reflexionar que no importa el dónde, con quién, media vez se haga con agradecimiento.
Este niño me hizo reflexionar respecto a lo privilegiado que se es, al tener un techo, comida, ropa, estudios, trabajo en un país como Guatemala. En donde la pobreza extrema, la desnutrición, la inseguridad, por mencionar algunos de los muchos males que afectan a la mayoría de los guatemaltecos.
Esta ha sido la espera en tráfico más importante, relevante, reveladora y reflexiva que he tenido en toda mi vida.
¿Cuándo hemos agradecido los alimentos con la devoción que este niño lo estaba haciendo? En lo personal, reconozco que me sobran los dedos de una mano.
Gracias niño por hacerme reflexionar y darme cuenta de lo perdido que puedo estar, dándole relevancia a temas sin importancia.
Gracias niño por ubicarme y hacerme poner los pies sobre la tierra.
Gracias niño por darme cuenta de lo bendecido y de poco agradecido que he sido.
Gracias niño por hacer ese minuto y medio, muy valioso para mí.
Gracias niño por recordarme que, como dice un refrán popular: “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.